La mejor maga del mundo
Dedicada a TODOS los caídos en la guerra sucia 1973-1983 y a sus familias, para que pronto puedan reencontrarse en este o en otro plano.
Desde que su mamá lo llevara en el ’72 a un show de René Lavand, Julián quiso ser mago. Había salido de la sala maravillado por los trucos con cartas que había realizado Lavand. Desde ese día, Julián nunca salió de su casa sin un mazo de cartas en el bolsillo. Siempre que podía intentaba crear nuevos trucos con las cartas para desafiar a sus amiguitos y maravillar a sus amiguitas. Para Julián, René Lavand era el mejor mago del mundo en ese entonces, cada vez que se presentaba en alguna sala, Julián volvía locos a sus padres hasta que lo llevaban a ver a su ídolo. Luego de unos años sus papas decidieron pagarle un tutor de magia. Al poco tiempo Juliancito hacia trucos espectaculares en las reuniones familiares y cumpleaños de amigos y conocidos. Sin embargo, Juliancito tuvo una revelación sobre quién era la mejor mago del mundo el día de su cumpleaños número 12. Ese 16 de agosto del ’77, su mamá lo acompañó a la escuela. Juliancito sabía que al volver de la escuela le esperaba un cumpleaños genial. Su mamá le había prometido llevar a su ídolo, René Lavand. Y su mamá nunca mentía.
Cuando llegó a su casa apurado de la escuela lo abarajó una vecina que le contó que sus papas no estaban en casa y que su papá le había pedido a ella que lo cuidara por un ratito. Juliancito esperó la llegada de sus padres y de su ídolo en lo de la vecina. El ratito pasó, así como las horas hasta que el reloj marcó la medianoche. A esa hora llegó su abuela paterna a buscarlo. Le agradeció la amabilidad a la vecina y lo llevó a su casa a dos cuadras de la suya. Juliancito pensó que todo eso era una treta para darle una sorpresa en lo de sus abuelos, pero se equivocó. Cuando llegaron a lo de sus abuelos paternos su abuela lo abrazó muy fuerte y se puso a llorar. Juliancito no entendió nada más después de eso. Su abuelo llegó a eso de las 3 de la mañana pero Juliancito dormía, así que no lo escuchó ni llegar, ni llorar junto a su abuela. Al otro día, Juliancito no fue a la escuela, lo cual lo desconcertó aun más. Por las caras que veía parecía que sus abuelos se preparaban para ir a un velorio. El papá de Juliancito y sus abuelos maternos aparecieron recién para cenar. Cuando entró no dijo nada a sus padres, se abalanzó sobre su hijo y lo abrazó por un largo rato. Sus abuelos se miraban en silencio y parecían consolarse. Juliancito comprendió que algo raro pasaba, naturalmente preguntó por su mamá. Frente a esta pregunta el papá de Juliancito lucho para no romper en llanto. Sentó a su hijo en una silla y le contó que su mamá también practicaba magia como él. Le dijo que su mamá era la mejor maga del mundo, mucho mejor que René Lavand o cualquier otro mago vivo. Juliancito estaba maravillado y extasiado por estas geniales noticias. Hizo un par de preguntas sobre el tema que su papá contestó vagamente. Su papá le contó como la mamá de Juliancito para sorprenderlo en su cumpleaños estaba preparando un truco de desaparición para enseñarle, pero que algo salió más o menos mal. Al parecer un poderoso brujo que le tenía envidia desde sus días en la universidad le había practicado justo ese día un mal de ojo y ella desapareció de su casa en un tornado de confusión. La vecina que lo cuidó al volver de la escuela el día de su cumpleaños le contó al papá de Juliancito, que cuatro sombras cuyos ojos estaban inyectados de odio y envidia bajaron de un carruaje verde oscuro y entraron a la casa cuando ella estaba por terminar de probar el hechizo. Y como su mamá era la mejor maga del mundo y no iba a dejar que le robaran sus trucos, ella desapareció frente a las sombras enemigas. Juliancito miraba aterrorizado a su papá quien agregó que quizás su mamá no podría volver por un tiempo. Juliancito no creía lo que su papá le contaba pero cuando sus cuatro abuelos le aseguraron que esa historia era cierta y que no tenía que preocuparse por su mamá porque ella ahora estaba en un lugar mejor, en un lugar en donde las sombras y el brujo no la podrían alcanzar jamás, Juliancito se puso muy triste. El papá de Juliancito le pidió que le prometiera que no revelaría jamás el secreto de su mamá a nadie porque sino los hombres malvados podrían querer llevárselo a él también. Juliancito prometió no revelar el secreto de la desaparición de su mamá, la mejor maga del mundo. Abrazó fuertemente a su papá y comprendió en silencio que su mamá había desaparecido para no volver.
Juliancito esa noche comprendió que las sombras se habían llevado a su mamá para siempre y se largó a llorar. Juliancito esa noche entró en el mundo de los grandes como por arte de magia. Esa noche se prometió buscarla en todos los planos a los que pudiera acceder. Sin embargo, Juliancito sabía que la mejor maga del mundo nunca lo dejaría y que siempre velaría por él, su papá y sus abuelos desde donde estuviera escondida. Juliancito nunca abandonó las esperanzas de descubrir que truco realizó su mamá para desaparecer para poder encontrarla, pues aun hoy sigue desaparecida. Juliancito nunca abandonó la magia y la esperanza. Con los años se enteró que más de 30.000 magos habían desaparecido de mano de las sombras del carruaje verde oscuro sin dejar rastro, como su mamá. Esto nunca lo desalentó. Desde ese fatídico día Juliancito caminó con la frente erguida de saber que su mamá era la mejor maga del mundo y que pronto se volverían a encontrar.
Desde que su mamá lo llevara en el ’72 a un show de René Lavand, Julián quiso ser mago. Había salido de la sala maravillado por los trucos con cartas que había realizado Lavand. Desde ese día, Julián nunca salió de su casa sin un mazo de cartas en el bolsillo. Siempre que podía intentaba crear nuevos trucos con las cartas para desafiar a sus amiguitos y maravillar a sus amiguitas. Para Julián, René Lavand era el mejor mago del mundo en ese entonces, cada vez que se presentaba en alguna sala, Julián volvía locos a sus padres hasta que lo llevaban a ver a su ídolo. Luego de unos años sus papas decidieron pagarle un tutor de magia. Al poco tiempo Juliancito hacia trucos espectaculares en las reuniones familiares y cumpleaños de amigos y conocidos. Sin embargo, Juliancito tuvo una revelación sobre quién era la mejor mago del mundo el día de su cumpleaños número 12. Ese 16 de agosto del ’77, su mamá lo acompañó a la escuela. Juliancito sabía que al volver de la escuela le esperaba un cumpleaños genial. Su mamá le había prometido llevar a su ídolo, René Lavand. Y su mamá nunca mentía.
Cuando llegó a su casa apurado de la escuela lo abarajó una vecina que le contó que sus papas no estaban en casa y que su papá le había pedido a ella que lo cuidara por un ratito. Juliancito esperó la llegada de sus padres y de su ídolo en lo de la vecina. El ratito pasó, así como las horas hasta que el reloj marcó la medianoche. A esa hora llegó su abuela paterna a buscarlo. Le agradeció la amabilidad a la vecina y lo llevó a su casa a dos cuadras de la suya. Juliancito pensó que todo eso era una treta para darle una sorpresa en lo de sus abuelos, pero se equivocó. Cuando llegaron a lo de sus abuelos paternos su abuela lo abrazó muy fuerte y se puso a llorar. Juliancito no entendió nada más después de eso. Su abuelo llegó a eso de las 3 de la mañana pero Juliancito dormía, así que no lo escuchó ni llegar, ni llorar junto a su abuela. Al otro día, Juliancito no fue a la escuela, lo cual lo desconcertó aun más. Por las caras que veía parecía que sus abuelos se preparaban para ir a un velorio. El papá de Juliancito y sus abuelos maternos aparecieron recién para cenar. Cuando entró no dijo nada a sus padres, se abalanzó sobre su hijo y lo abrazó por un largo rato. Sus abuelos se miraban en silencio y parecían consolarse. Juliancito comprendió que algo raro pasaba, naturalmente preguntó por su mamá. Frente a esta pregunta el papá de Juliancito lucho para no romper en llanto. Sentó a su hijo en una silla y le contó que su mamá también practicaba magia como él. Le dijo que su mamá era la mejor maga del mundo, mucho mejor que René Lavand o cualquier otro mago vivo. Juliancito estaba maravillado y extasiado por estas geniales noticias. Hizo un par de preguntas sobre el tema que su papá contestó vagamente. Su papá le contó como la mamá de Juliancito para sorprenderlo en su cumpleaños estaba preparando un truco de desaparición para enseñarle, pero que algo salió más o menos mal. Al parecer un poderoso brujo que le tenía envidia desde sus días en la universidad le había practicado justo ese día un mal de ojo y ella desapareció de su casa en un tornado de confusión. La vecina que lo cuidó al volver de la escuela el día de su cumpleaños le contó al papá de Juliancito, que cuatro sombras cuyos ojos estaban inyectados de odio y envidia bajaron de un carruaje verde oscuro y entraron a la casa cuando ella estaba por terminar de probar el hechizo. Y como su mamá era la mejor maga del mundo y no iba a dejar que le robaran sus trucos, ella desapareció frente a las sombras enemigas. Juliancito miraba aterrorizado a su papá quien agregó que quizás su mamá no podría volver por un tiempo. Juliancito no creía lo que su papá le contaba pero cuando sus cuatro abuelos le aseguraron que esa historia era cierta y que no tenía que preocuparse por su mamá porque ella ahora estaba en un lugar mejor, en un lugar en donde las sombras y el brujo no la podrían alcanzar jamás, Juliancito se puso muy triste. El papá de Juliancito le pidió que le prometiera que no revelaría jamás el secreto de su mamá a nadie porque sino los hombres malvados podrían querer llevárselo a él también. Juliancito prometió no revelar el secreto de la desaparición de su mamá, la mejor maga del mundo. Abrazó fuertemente a su papá y comprendió en silencio que su mamá había desaparecido para no volver.
Juliancito esa noche comprendió que las sombras se habían llevado a su mamá para siempre y se largó a llorar. Juliancito esa noche entró en el mundo de los grandes como por arte de magia. Esa noche se prometió buscarla en todos los planos a los que pudiera acceder. Sin embargo, Juliancito sabía que la mejor maga del mundo nunca lo dejaría y que siempre velaría por él, su papá y sus abuelos desde donde estuviera escondida. Juliancito nunca abandonó las esperanzas de descubrir que truco realizó su mamá para desaparecer para poder encontrarla, pues aun hoy sigue desaparecida. Juliancito nunca abandonó la magia y la esperanza. Con los años se enteró que más de 30.000 magos habían desaparecido de mano de las sombras del carruaje verde oscuro sin dejar rastro, como su mamá. Esto nunca lo desalentó. Desde ese fatídico día Juliancito caminó con la frente erguida de saber que su mamá era la mejor maga del mundo y que pronto se volverían a encontrar.